Carta al Inmortal
A mi inmoral, al inimaginable, al indeciso y al inmortal:
¿Como es posible que te conserves tan bien? Parece que el
tiempo se hubiese detenido a tomar el té en tu puerta, olvidándose de su
trabajo.
Hoy que te veo nuevamente, vuelven a mí como olas que se
forman en una bañera, cuando esta está llena hasta el tope. Las imágenes de nuestra
fugaz vida y fraternización son aquellas que generan ese peso en un mundo lleno
de burbujas y espuma.
Y es ahora cuando quiero cerrar los ojos y sumergirme en
nuestra vida, dejar que sean aquellas burbujas creadas por el propio jabón las
encargadas de llevarme y luego esfumarse en el aire.
¿Cómo es que has
llegado a este rincón en mis recuerdos? ¿Tanto te desplace?
Tu eres el inimaginable, y yo siempre la indecisa. Siempre
que te intento dar un lugar, una forma y una idea: nunca coordinan con lo que
pienso y siento.
Me pregunto aun: ¿Cómo te tratan los días y como te manejas
en tu vida? Y aunque siempre me pregunto: ¿Qué fue lo que hice mal? Mi
indecisión es la encargada de desplazar esa pregunta y darme más problemas en
los cuales pensar.
Me miras y te vas, no dices nada, no te despediste, y ahora
te escribo esta carta.
Le pregunto al tiempo, ¿Por qué se detuvo a tomar el té,
aquella tarde de otoño? En donde el sol pintaba de oro y cobre las hojas que
hoy bañan el patio de tu jardín. Y le pregunto al tiempo si acaso: ¿Le gusta el
té con uno o dos terrones de azúcar? Quizás: ¿Desea usted masitas para
acompañar?
Me pregunto por qué eres incansable para mí y casi ya
intocable. ¿Acaso la vida y el tiempo decidieron crearte así?, ¿Acaso hay alguna receta? O es como en
aquellas situaciones donde uno para crear algo: calcula al ojo.
Creo que mejor me dejo de divagar y dejarte de preguntar por
tu vida, de cómo te volviste quien eres hoy. Pero antes de preguntarte eso,
creo que me contestare sola:
Te volviste inmortal por que la vida te quito el derecho de
morir, o simplemente ya moriste y no puedes volverlo a hacer una vez más.
Tu vida es prolongada, y solo hay alguna cosa que lo pudiera
causar; y mientras canto tu nombre, yo me vuelvo inmoral y mientras suspiro y
mis manos recorren mi pecho, de mis labios se escapa un:
“Si hacer el amor prolonga la vida: Que ganas traigo de
hacerte inmortal”
~Siempre Tuya.