No se por que escribo esto pero lo siento necesario.
Ayer fue como que alguien gritaba adentro mio que no callara lo que quería decir. Que me anime a decírselo al viento. Así que aquí voy.
Antes cuando la tierra estaba llena de arboles, estos hablaban con la tierra y esta les contestaba. Sus palabras y pensamientos eran llevados por sus raíces y dichas al viento para que este transporte al universo. El viento era una forma de comunican con el resto y sin el todo era silencio.
Desde el centro de la tierra de un color rojo, dorado y anaranjado, todo fuego. Que era el centro de todo.
Un día el árbol decidió dejar se ser árbol y empezar a ser hombre.
Quien diría que el hombre podría verse reflejado en tantas miradas, en tantas experiencias y en tantas vidas. Tantos ojos que miraban y tantas mentes que pensaban. Tantas vidas que a la final solo eran una. Todas las vidas y todos los hombres eran parte del todo. Todos eran uno.
Formaban parte de un ser único y armonioso. Era difícil en algún punto distinguir de todas las visiones una sola, ya que todas ellas estaban plagadas de colores y emociones. Luz y obscuridad.
Bien y el mal. todo era uno. Era parte de la misma moneda.
Todo era una sola voz, un solo coro. Una sola canción que pronto solo fue Luz.
Todo era luz y todos los colores eran uno solo. Donde todos pensaban por igual en una conciencia colectiva y todo era paz.
Pronto los colores que antes eran uno, fueron varios y cada uno tomo lugar dentro de mi ser. Quien podría decir que los colores estaban dentro mio. Y el corazón de la tierra ahora era mi corazón.
Un naranja vivo que vibraba dentro de mi pecho y palpitaba con fuego.
El fuego que arde y nunca se apaga, es la energía que late dentro de cada uno.
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